Los niños son un espejo de sus padres. Esto lo podemos entender de varias maneras. Una de ellas, la más evidente, es que los niños/as están constantemente imitándonos. Inconscientemente imitan nuestros gestos, nuestras acciones, nuestra forma de cuidarnos, etc.
Pero lo cierto es que no es sólo una cuestión conductual, hay algo más. Algo más profundo, conectado con nuestro propio mundo interno, que los hijos, tan fusionados emocionalmente a nosotras, nos muestran cada día, lo queramos ver o no.
Primero quiero compartir varias frases acerca de la realidad y nuestra percepción de la realidad que hablan en muchas filosofías:
»El significado de lo que ves se lo has dado tú»
»La vida es un espejo que nos muestra cada parte de nosotras mismas»
»Vemos fuera lo que llevamos dentro»
»Toda la vida está interconectada, nada es independiente por sí mismo»
»Todo está ocurriendo dentro de tu mente»
Si estuviésemos en un momento de crisis en cualquier área de nuestra vida y le preguntáramos a un terapeuta, nos diría que para trascender la realidad primero tenemos que aceptarla. Y para ello, tenemos que escuchar lo que el mundo dice de ti.
Si entiendes esto, comprenderás entonces que si eres madre tendrás que escuchar y observar lo que tu hijo/a habla de ti. Lo que está mostrando de ti misma.
Es una gran oportunidad para hacernos conscientes de nuestras creencias, de nuestros patrones, de la manera en la que nos educaron de pequeñas, etc.
Cuando no nos gusta lo que vemos en nuestros hijos/as, es bastante probable que estén reflejando algún aspecto de nosotras mismas que ahora tenemos la oportunidad de resolver para estar en más sintonía con nuestro Ser esencial.
¿Qué podemos hacer ante estas situaciones?
No luchar contra ellas intentando cambiarlas. Ni tampoco evitarlas.
Primero debemos escucharlas, observarlas y más adelante aceptarlas.
Si te ayuda, imagina que eres una persona investigadora de un laboratorio científico que tiene que estudiar un fenómeno interesante. Observa con el interés (y sin juicios ni culpas) que un científico estudiaría durante meses el comportamiento, por ejemplo de los insectos. Debes hacerlo con toda la curiosidad que puedas. Esto te distanciará del malestar que te causa »el síntoma» y te dará al información que estás buscando, para ser más consciente, conocerte mejor y poder actuar en consecuencia.
¿Qué estoy proyectando sobre mi hijo?
Lo más sano para toda la familia es que como padres hagamos un trabajo de indagación personal, nos hagamos cargo de nuestras heridas y proyecciones para así poder liberar a nuestros hijos/as de tener que mostrarnos todo el tiempo lo que no queremos ver.
Así, podremos, de verdad, respetarlos y acompañarlos en el camino que ellos elijan.
¿Te gustaría aprender a acompañar a tu hijo/a desde otro lugar?¿O que tu hijo/a aprenda a gestionar mejor sus emociones? Para cualquier cosa, aquí estoy 🙂 Contacta conmigo
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